¾¿Por qué elegiste “The Matrix” para hacer
la tesis? ¿No te parece muy comercial?¾ Preguntó Alejandra.
¾Es comercial ¾dijo Patricia¾, pero no podés
negar que el tema es interesante.
¾Sí, pero qué necesidad tenían de hacerla
con tantos efectos especiales. Desde el cine independiente ¾decía Alejandra,
acentuando independiente¾ se puede tratar el mismo
tema sin tantas explosiones. Es más: sin explosiones.
¾Tenés razón ¾concedió
Patricia¾, pero creo que lo que quisieron dar a
entender los directores de la película es que esa realidad no es más que la de un
videojuego, una trama que se repite. Y precisamente los disparos y explosiones,
y todo lo fantástico que pasa en la película ¾enumeraba con una
leve mueca que significaba en ella tener la razón¾ es para
contrastar las diferentes realidades que forman parte de la misma irrealidad
que es la matriz.
Se
sintió superior al terminar así la frase. Y, aprovechando el silencio de su
amiga, continuó, a manera de conclusión:
¾Por eso la elegí para la tesis. Lo que yo interpreto,
es que la película (las tres partes) son como niveles de un videojuego diseñado
en nuestra realidad, como los videojuegos que conocemos, pero mucho más
complejo, donde los personajes nunca se dan cuenta de que sólo existen de esa
manera, como personajes de una historia escrita de antemano, y por lo tanto
inalterable.
¾Pero en la película pasan cosas
imprevistas ¾soltó Alejandra, para ver si lograba
refutar en algo la seguridad de Patricia.
¾No, eso es lo que creen los personajes ¾rebatió Patricia.
Y se convencen entre sí gracias a una profecía. Excepto, claro, los dueños de
la verdad: el arquitecto, que diseñó la matriz, y el oráculo, que
se encarga de alimentar las esperanzas con esa profecía. Lo que no se sabe es si deliberadamente ellos ocultan
la verdad o si lo hacen mecánicamente, como un programa.
¾Y, supongo que si el oráculo y el arquitecto
son personajes de un videojuego, como vos decís, es obvio que no pueden actuar
deliberadamente ¾acertó Alejandra, jactanciosa.
Patricia
se quedó callada, escuchando, como un eco mental, a Alejandra repitiendo que no
pueden actuar deliberadamente.
¾Pero si es un juego ¾inquirió
Alejandra, ya más curiosa, menos rival— ¿quiénes serían los jugadores?
—
¿Cómo? —dijo Patricia, que se había quedado pensando en lo anterior.
—
¿Quiénes son los jugadores?
¾Bueno... los creadores, los compradores.
Como siempre.
¾Entonces cada repetición no podría ser
idéntica a la anterior ni a la siguiente. Habría, sí o sí, pequeñas
variaciones.
¾Sí, puede ser, pero serían
insignificantes.
¾¿Qué loco, no?¾ Exclamó
Alejandra. Imaginate que nosotras fuésemos parte de una matriz; esta charla podría ser la repetición numero mil, o la
primera reproducción de ese programa.
¾¡No, sería aburridísimo un videojuego así!
¾Aseguró Patricia.
—Debería tener más acción. Por eso es que en Matrix me parecen necesarias las
escenas fantásticas, que a vos te parecen de más ¾dijo convencida y
displicente.
¾¿Más acción
querés? Parece que no has visto últimamente el noticiero. ¾Ironizó Alejandra.
¾Bueno: yo me refería a esta conversación
en particular, no a todo el planeta ¾dijo Patricia, ofendida.
¾Pero incluso esta conversación es
interesante, sin tener acción. Quizás sea inaceptable dentro de un videojuego, sin
embargo, me parece digna de una novela o de un relato.
¾¿De un cuento no? ¾preguntó
Patricia, como queriendo acortar la distancia que el resentimiento había
incrustado entre las dos.
¾No, ha sido demasiado densa hasta ahora ¾sentenció
Alejandra. Y agregó:
¾Los cuentos necesitan ser emocionantes,
tienen que generarle tensión al lector.
¾Bueno ¾dijo Patricia,
pensando que si la conversación no parecía tensa se debía a su esfuerzo¾, pero no todos
los cuentos son tensos, algunos se centran en la intensidad del final ¾y al decirlo se
vio agarrando a Alejandra de los pelos.
¾Entonces debería ocurrir algo intenso ¾dijo Alejandra.
Patricia
no dijo nada.
¾Mirá si ahora cae un tipo y nos asalta.
¾No sería original ¾contestó
secamente Patricia.
¾¿Y qué final pensás que podría ser
original? ¾preguntó Alejandra, desafiante.
¾¿Qué hora es? ¾Preguntó con
brusquedad Patricia.
¾Ocho menos cuarto ¾respondió la
otra, con un tono semejante.
¾¡Ocho menos cuarto! ¡Y todavía tengo que pasar
por la casa de Laura —Exclamó la de la tesis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario